La recuperación del barco del fondo del mar quedó como una posibilidad muy tentadora, pero dio paso a la recuperación mucho más factible de objetos en una zona de restos del tamaño de Londres. Muy pronto quedamos boquiabiertos con las fotografías de los objetos de porcelana, muñecas, zapatos, etc. que llegaban del fondo del mar. Pero la extracción de dichos objetos y el otorgamiento de derechos exclusivos para dicha extracción a una compañía estadounidense convirtieron las aguas alrededor de los restos en un mar de controversias. La zona en la que se hallan los restos ¿es fundamentalmente un cementerio, un yacimiento arqueológico o una propiedad exclusiva de la empresa rescatadora? RMS Titanic Inc. se limitó primero a la zona de los restos, pero muy pronto se sacaron a la superficie objetos del interior del barco naufragado para mostrarlos en exposiciones de gran éxito.
El descubridor del suelo marino en el que se hallaba el Titanic, Robert Ballard, se mostró contrario a lo que él llamó “saqueo” del naufragio y defendió en su lugar la “telepresencia”, es decir, las secuencias documentales filmadas con un robot desde el interior del barco para conservar así el esplendor del transatlántico. Hay otros que consideran la zona del naufragio como un yacimiento histórico y consideran que los objetos rescatados tienen un inmenso valor histórico y social. En cualquier caso, todos los objetos que se han sacado a la superficie (partes del barco, decoración interior y objetos personales) se han transformado, por las trágicas circunstancias del Titanic y por su increíble carisma, en objetos de una extraña belleza y atracción. Si contemplar la campana de bronce que Frederick Fleet hizo sonar en el puesto de vigía para avisar del iceberg que se acercaba mortalmente es muy emotivo, también lo es el enorme pedazo de casco, especialmente si uno puede tocarlo. El término “objetos” es demasiado ecuánime para describir las pertenencias personales que los visitantes de la exposición pueden ver: collares y pulseras, la chaqueta de un camarero con una etiqueta con su nombre, que todavía se puede leer, frascos de perfume, relojes, pantalones, un clarinete, carteras, documentos de identidad e incluso dinero (billetes). Estos efectos personales ejercen una fascinación intensa y muy conLa recuperación del barco del fondo del mar quedó como una posibilidad muy tentadora, pero dio paso a la recuperación mucho más factible de objetos en una zona de restos del tamaño de Londres. Muy pronto quedamos boquiabiertos con las fotografías de los objetos de porcelana, muñecas, zapatos, etc. que llegaban del fondo del mar. Pero la extracción de dichos objetos y el otorgamiento de derechos exclusivos para dicha extracción a una compañía estadounidense convirtieron las aguas alrededor de los restos en un mar de controversias. La zona en la que se hallan los restos ¿es fundamentalmente un cementerio, un yacimiento arqueológico o una propiedad exclusiva de la empresa rescatadora? RMS Titanic Inc. se limitó primero a la zona de los restos, pero muy pronto se sacaron a la superficie objetos del interior del barco naufragado para mostrarlos en exposiciones de gran éxito.
El descubridor del suelo marino en el que se hallaba el Titanic, Robert Ballard, se mostró contrario a lo que él llamó “saqueo” del naufragio y defendió en su lugar la “telepresencia”, es decir, las secuencias documentales filmadas con un robot desde el interior del barco para conservar así el esplendor del transatlántico. Hay otros que consideran la zona del naufragio como un yacimiento histórico y consideran que los objetos rescatados tienen un inmenso valor histórico y social. En cualquier caso, todos los objetos que se han sacado a la superficie (partes del barco, decoración interior y objetos personales) se han transformado, por las trágicas circunstancias del Titanic y por su increíble carisma, en objetos de una extraña belleza y atracción. Si contemplar la campana de bronce que Frederick Fleet hizo sonar en el puesto de vigía para avisar del iceberg que se acercaba mortalmente es muy emotivo, también lo es el enorme pedazo de casco, especialmente si uno puede tocarlo. El término “objetos” es demasiado ecuánime para describir las pertenencias personales que los visitantes de la exposición pueden ver: collares y pulseras, la chaqueta de un camarero con una etiqueta con su nombre, que todavía se puede leer, frascos de perfume, relojes, pantalones, un clarinete, carteras, documentos de identidad e incluso dinero (billetes). Estos efectos personales ejercen una fascinación intensa y muy conmovedoramovedora
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